Comentario
Afirma Dionisio de Halicarnaso (hacia el año 7 a. C.) que en Lavinio se conservaban edificios públicos y templos que se remontaban a los días de Eneas. Unas líneas más adelante añade el historiador (I, 64): "Cuando el cadáver de Eneas no se pudo ver por ninguna parte, unos se figuraron que había sido llevado con los dioses y otros que había perecido en el río junto al cual se había librado la batalla. Y los latinos le levantaron un heróon con esta inscripción: Al padre y dios de este lugar, que preside la corriente del río Númico (el actual arroyo llamado Río Torto). Pero hay algunos que sostienen que el heróon fue levantado por Eneas en honor de Anquises, muerto un año antes de esta guerra. Es un túmulo pequeño en derredor del cual se han plantado unas filas de árboles dignas de ver".
Como tantas otras, la noticia dormía medio olvidada en las páginas rancias de la Historia hasta que los recientes descubrimientos arqueológicos efectuados en Lavinio la hicieron saltar a los actuales medios de comunicación. No muy lejos, en efecto, del Recinto de las Trece Aras, que puede corresponder al primitivo santuario federal de los latinos, al sudoeste de la ciudad arcaica, se encontró una cista de ortostatos de capellaccio, cubierta de losas de la misma piedra, la última de ellas correspondiente a la cabeza del muerto con su extremo trilobulado. En el ajuar del inhumado alternan los materiales antiguos -pectoral, lanza de bronce, espada de antenas y otros- con piezas de lujo del orientalizante inicial. Sobre el sepulcro se alzó un túmulo que, a juzgar por la distancia de 9 metros a que se encontraron las piedras de un segmento de la cerca, podía identificarse con el chomátion ou méga (túmulo no grande) de que escribía Dionisio. En el túmulo y en contacto con el cassone de la cista fue construido en el siglo IV un templete de cella cuadrada y amplio pronaos que puede corresponder al heróon visitado por el historiador griego.